Cerca de la moderna localidad de Mit-Rahina, en la orilla occidental del Nilo, los arqueólogos han desenterrado los restos de la ciudad más importante de la época faraónica, bautizada por los griegos como Menfis. Conocida en la antigüedad con diversos nombres, como Ineb-hedj, Men-nefer, Hut-ka-Ptah, Ankh-tawy o el bíblico Mof, Menfis fue la capital administrativa del Antiguo Egipto.
Ciudad de Menfis
Fue el emplazamiento de la principal residencia real y la sede tanto del visir del norte como del sumo sacerdote del dios estatal Ptah. En vista del mal estado de conservación de los restos, hay que recurrir a una vívida imaginación para visualizar su pasada grandeza, sus prestigiosos templos, su pompa real y sus ceremonias. La población de Menfis, marcadamente cosmopolita, incluía en distintas épocas a hicsos, libios, carios, hebreos, griegos, persas y otras minorías. Los talleres más famosos del país, las escuelas de arte, los principales astilleros, los archivos centrales y el Gran Tribunal estaban situados en Menfis.
Todo comenzó con la construcción de la "Muralla Blanca", posiblemente el recinto del primitivo templo de Ptah. La tradición atribuye su construcción a Menes, el primer rey de la I Dinastía.

El visitante es conducido a un moderno jardín arqueológico en el que se exponen estatuas, estelas y enormes tambores columna, todos de origen menfita pero de diversas épocas. Destaca una gran esfinge de alabastro que probablemente representa a Amenhotep III (dinastía XVIII). Cerca de la entrada al jardín, hubo que levantar un edificio de dos pisos para proteger una colosal estatua postrada de piedra caliza del rey Ramsés II (dinastía XIX). La estatua forma parte de una pareja que se erigía delante del templo principal de Ptah, del que quedan muy pocos restos. Otro coloso, de granito, se erigió en la estación central de ferrocarril de El Cairo y recientemente se ha trasladado a Giza. En los alrededores del jardín se han desenterrado pequeños templos, parcialmente destruidos, de Seti I y Ramsés II (dinastía XIX), así como un templo de la diosa Hathor. Recientemente, una expedición estadounidense ha estudiado los restos cercanos del lugar de embalsamamiento de los toros sagrados Apis. Estos animales (un solo toro cada vez) se consideraban sagrados para el dios Ptah y eran venerados como manifestaciones vivientes del dios. Cuando un Apis moría, tras unos 25 años de vida serena y bien provista, era debidamente embalsamado y ceremoniosamente enterrado en el Serapeum de Sakkara, el vasto cementerio de Menfis