El origen de la ciudad se remonta al siglo VIII, cuando los presbíteros Máximo y Fromestano fundan un establecimiento monástico y una iglesia, la de San Vicente. El rey de Asturias Alfonso II el Casto fijó la capital de su reino sobre las ruinas del viejo Ovetum, en el mismo lugar en el que, hasta ser destruido por los musulmanes, existió el pequeño santuario benedictino. Durante su reinado Oviedo fue amurallado y alcanzó gran esplendor, poblándose de monumentos prerrománicos. De esta época se conservan la capilla de San Miguel y la iglesia de San Tirso. La capitalidad la pierde cuando Alfonso IV, rey de León, traslada la corte a tierras de castilla. En los siglos XVII y XVIII, Oviedo experimenta un gran crecimiento social y un protagonismo en la historia política de España. Ya en este último siglos contaba con cinco hospitales y un imporante fábrica de armas. A mediados del siglo XIX es cuando desarrolla una gran actividad comercial y financiera que se ve reflejada en el crecimiento urbanístico de la ciudad, ampliándose con grandes avenidas, flanqueadas por palacetes burgueses. Hoy en día, Oviedo es una ciudad cosmopolita que cuenta con un magnífico comercio especializado y mercados de gran arraigo popular.