La gastronomía inglesa es muy variada y frecuentemente desconocida por el resto de los europeos. El desayuno es uno de los mejores del mundo. Suele estar compuesto por un zumo, cereales, frutos secos, porridge en Escocia, huevos fritos o revueltos con bacon, salchichas, champiñones y tomates (en Escocia, además, arenques ahumados). Para finalizar tostadas con mermelada y todo ello acompañado de una taza de té bien cargada. Para almorzar Shepherd's Pie, una especie de pastel a base por carne picada, cebolla, verduras y cubierto de puré de patatas, o bien, el Steak and Kidney Pie, otro pastel con distintos tipos de carne de vaca y riñones. Para beber cerveza o sidra y como postres la Apple Pie, tarta de manzana caliente, Summer Puding, bayas con nata, o Custard, natillas. La Hora del Té es, en realidad, la hora de merendar y para ello nada mejor que bollitos o pastas como el escocés scone, las galletas short-bread de mantequilla o las oatcakes de avena. No hay que dejar de probar las especialidades de cada región: pasties de Cornualles, empanadas de carne y verdura, Roast Beef and Yorkshire Pudding (considerado como el plato nacional), mejillones avinagrados, tarta de anguila, lomo de cerdo asado con salsa de manzanas, cordero en salsa de menta y sopas de ostras. En Escocia destacan el Haggis, morcilla preparada con avena y cordero que se sirve con verduras y legumbres o el salmón en cualquiera de sus variedades. En Gales los platos de pescado como el Sewin, trucha asalmonada, son deliciosos.