El asentamiento en la región se remonta a la época del paleolítico. La romanización sólo llegó hasta la zona de Álava, que también sufrió las invasiones de bárbaros y musulmanes, provocando la actuación de los vascones.
La influencia peninsular se centró sobre todo en la obra cultural del monasterio de San Millán de la Cogolla. En los siglos XII y XIII se fundaron los puertos de San Sebastián, Bermeo y Fuenterrabía, para dar salida a los productos navarros. Posteriormente tras diversos altibajos económicos y poblacionales, en el siglo XVI, la población se quedó estancada debido a la fuerte migración que se dio, sobre todo, hacia América.
Después el desarrollo de la agricultura y la ferrería se vio impulsado, en el siglo XVIII, por la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País (1765). A mediados del siglo XIX se construyeron los primeros altos hornos, aunque con las sucesivas Guerras Carlistas se frenó este proceso de evolución económica. A pesar de ello, las divisas de la exportación de mineral consolidaron la siderurgia y la banca vasca. A finales del XIX se comenzaron a fundar sindicatos y partidos políticos. A partir de los años cincuenta se produjo una revitalización de la cultura vasca y tras la Guerra Civil se acrecentó el sentimiento nacionalista en la región. Fue en 1979 cuando el País Vasco recuperó sus órganos de gobierno autónomos.