La gastronomía polaca se basa en platos de preparación sencilla pero de sabores muy agradables. El clima frío del país favorece una cocina contundente en la que las carnes y las patatas son ingredientes esenciales.
En los restaurantes, cafeterías y bares abundantes en todo el país, se puede probar la gastronomía típica de Polonia, así como comida internacional, francesa, italiana, española, griega, china, mexicana o japonesa. Y como no, las populares hamburguesas, pizzas, pollo frito, ensaladas, bocadillos, etc.
Para elegir un restaurante de calidad con un servicio esmerado nada mejor que buscar en las puertas el distintivo de la “Sartén de Plata” que ostentan los mejores establecimientos y que han participado en un concurso que se realiza todos los años. Aunque los precios son más elevados, la cocina es excelente. También se puede picar algo en los puestos callejeros y en los pubs donde además de disfrutar con una buena cerveza se puede encontrar algún plato sencillo.
En la primera comida del día los polacos suelen desayunar huevos duros, jamón york, queso, zumos de naranja, acompañado de café o té.
Tanto en la comida como en la cena se degustan como primer plato entremeses fríos en los que se puede encontrar el jamón y el queso. A continuación se suele servir una sopa, las más populares son la “barszcz”, es decir, de caldo de remolacha; “chlodnik”, de remolacha fría que se sirve sobre todo en verano (ambas pueden ir acompañadas de albóndigas de carne o crema ácida); la sopa fría puede llevar trocitos de hinojo y pepino; “zurek”, sopa de harina con trocitos de salchichas; “grzybowa”, a base de setas; “krupnik”, de verduras con sémola de cereales; o la “flaki”, de tripa de cerdo y de ternera con verduras.
Un primer plato muy solicitado y afamado es el “Kotlet schabowy”, chuleta de cerdo empanada que se sirve con patatas y col cocida. Otro de los platos más típicos es el “bigos”, repollo cocido y choucrut picado con distintos tipos de carne que, en su modalidad de sopa, lleva cebolla, col blanca, col ácida, trozos de diferentes carnes, tocino, ciruelas secas y a menudo vino tinto. Sencillamente deliciosa.
Como segundo plato la carne es un elemento esencial, sobre todo las de cerdo y de vaca. Destacan las chuletas de cerdo, el “golabki”, hojas de repollo rellenas de carne picada con salsa de tomate o setas: el “pierogi”, empanadillas rellenas bien de carne, requesón picante o repollo de setas, que también se hace con frutas y crema ácida; “golonka”, codillo de cerdo salado, cocido y después pasado por el horno; el “zrazy”, rollos de carne de cerdo, pollo o vacuno rellenos de queso y mantequilla; el “goulash”, carne de novillo cortada en trocitos y los “kolduny”, albóndigas de carne. Estos platos suelen ir acompañados de patatas cocidas o fritas, zanahorias, guisantes, pepinos, tomates, champiñones u otras verduras.
El pescado más apreciado es la carpa (karp) a la judía, preparada con pasas, miel, almendras y una salsa con pan de especias o alfajores que generalmente se sirve en Navidad. En la zona del Báltico el pescado más popular es el arenque, preparado de distintas formas, bien sea asado, salado o con salsa de nata agria.
Los polacos son amantes del queso. Se acostumbra como aperitivo (aderezo) o como postre (en el desayuno).
Para finalizar las abundantes comidas, se degustan frutas del tiempo, helados, sorbetes, tartas y pasteles preparados con fruta, crema o semillas de amapola. Uno de los postres más apreciados es la tarta “makowiec”.
Bebidas
Durante las comidas se bebe agua y, sobre todo, cerveza nacional como la Zywiec. Polonia no produce vinos y aunque se pueden encontrar excelentes caldos importados de Bulgaria, Hungría, Francia, Italia, Estados Unidos y España los precios son elevados.
Después de comer nada mejor que una taza de café que se sirve a la turca, es decir muy fuerte y en vaso o bien, un té con limón.
Para finalizar una copa de licor del país, es decir, vodka, de excelente calidad. Se toma muy frío seguido de un vaso de agua y un pedacito de pan. Probablemente el Vodka Zubrowka sea el mejor del mundo, elaborado a base de hierba de bisonte.
Si se es de paladares fuertes, se pueden degustar aguardientes de más de 60 grados en las zonas de montaña o el “wisniak”, especie de coñac a base de guindas pero más suave y que resulta muy agradable.