El monasterio greco-ortodoxo del Monte Sinaí está situado en el mismo lugar donde Dios se apareció a Moisés en la Zarza Ardiente, bajo el Monte del Decálogo. Por providencia divina, en este lugar también se encuentran las santas reliquias de Santa Catalina. Se trata del monasterio cristiano más antiguo habitado ininterrumpidamente, con una historia que se remonta a más de diecisiete siglos. El monasterio es anterior a las divisiones del mundo cristiano, y sus orígenes se remontan a la Antigüedad tardía.

El monasterio nunca ha sido destruido en toda su historia, por lo que puede decirse que ha conservado intactas las cualidades distintivas de su herencia griega y romana. Miembros de otras confesiones cristianas han honrado el monasterio, acudiendo como peregrinos a este lugar santo. Pero desde sus comienzos, los habitantes cristianos del Sinaí pertenecieron al mundo de habla griega, y así ha seguido siendo hasta nuestros días.

La descripción más antigua se refiere al Monasterio de la Santa Virgen, ya que la revelación de Dios en la Zarza Ardiente se consideraba un tipo de la Virgen María y la Encarnación. El monasterio también está especialmente dedicado a los santos profetas Moisés y Elías, que vinieron a esta montaña y hablaron con Cristo en la Transfiguración. Más recientemente, ha sido conocido como Monasterio de Santa Catalina. Éste sigue siendo su nombre hoy en día, aunque el monasterio no ha perdido sus dedicaciones anteriores.

Herencia espiritual
La Iglesia honra a más de ciento setenta santos del Sinaí. Además de Santa Catalina, entre ellos figura San Juan Clímaco, abad del Sinaí y autor de La Escalera de la Divina Ascensión. También figuran los padres ascetas Hesychios y Philotheus, dos santos con el nombre de Anastasius, Gregorio del Sinaí (que trasplantó las tradiciones hesychast a los pueblos eslavos) y Symeon Pentaglossos (que trasladó las reliquias de Santa Catalina a Rouen, contribuyendo así a establecer la veneración de Santa Catalina en Occidente).

El monasterio puede considerarse una verdadera Arca por sus tesoros espirituales. Entre ellos, los manuscritos y los primeros libros impresos conservados en la biblioteca del Sinaí, célebre en todo el mundo por la antigüedad y la importancia de sus volúmenes. También incluye los iconos del monasterio, que incluyen la colección más importante de iconos sobre tabla preiconoclástica, e iconos de la mayor belleza y significación que datan de la época de la dinastía Comnene.

A lo largo de su historia, el monasterio ha sido honrado por gobernantes. Entre ellos, la emperatriz Elena, el emperador Justiniano, Mahoma el Fundador del Islam, el sultán Selim I, la emperatriz Catalina de Rusia y Napoleón Bonaparte. Jefes de Estado contemporáneos han seguido mostrando su interés por el monasterio. El Monasterio Sagrado del Sinaí ha sido célebre en todo el mundo por su resplandor espiritual y cultural. Ha sido venerado no sólo por cristianos, sino también por musulmanes y judíos. Recientemente, la UNESCO lo ha declarado Patrimonio de la Humanidad, tanto por su importancia cultural como paisajística.

Los monjes del Sinaí, desde los primeros tiempos hasta la actualidad, mantienen una dedicación tanto a la oración como a la atención de peregrinos y visitantes. Viven en paz con los beduinos nativos. Mantienen la antigua herencia espiritual del Sinaí, una herencia que se extiende desde la entrega de la Ley, pasando por todo el Antiguo y el Nuevo Testamento, hasta la multitud de santos cuya memoria ha sido consagrada en el Sinaí -sobre todo, a la Santísima Theotokos, a los santos profetas Moisés y Elías, y a Santa Catalina.