Durante muchos siglos Suecia fue étnicamente muy homogénea, exceptuando a los samis (lapones), minoría lingüística indígena del norte del país. Actualmente hay unos 15.000 samis.
Los suecos comparados con los habitantes del sur de Europa, son personas menos abiertas y con poco interés en relacionarse fuera de su propio círculo de amistades. Sin embargo, a lo largo de la historia el pueblo sueco ha sufrido algunas transformaciones en la forma de ver y de vivir la vida. Entre 1865 y 1930, el país experimentó una emigración a gran escala, la mayoría marchó a Estados Unidos con la esperanza de una vida mejor. En los años sesenta y setenta vinieron, en cambio, a trabajar a Suecia, más de medio millón de inmigrantes, en su mayoría finlandeses, pero también yugoslavos, griegos y otros. Además, Suecia ha acogido a refugiados de muchos rincones agitados del mundo. Esta gran inmigración, que suma hoy día más de un millón de personas en una población de 8,4 millones, ha provocado cambios significativos en el comportamiento de los suecos. Los inmigrantes aportan sus hábitos y costumbres que se van sumando a los propios del país. El sueco de las ciudades se ha vuelto más abierto y callejero, abriendo paso a otras costumbres y modos de vida antes impensables.