El rey checo y emperador del Sacro Imperio Románico Germánico, Carlos IV, encontrándose de caza por los abruptos terrenos donde hoy se levanta la ciudad, perseguía a un ciervo que en su carrera llegó a la cima de un peñasco, y al no encontrar otra salida en su huida, saltó al valle que se encontraba debajo. La jauría de perros saltó en su persecución, y enseguida los cazadores escucharon sus aullidos de dolor. Cuando llegaron al lugar donde habían caído los perros, contemplaron a éstos escaldados por las aguas de un manantial de agua hirviente que surgía de la tierra. El Rey, asombrado ante el fenómeno natural, prometió solemnemente que en ese lugar construiría un castillo, donde los manantiales surgen, y fundaría una ciudad donde acudiría la gente a cuidar su salud. No se sabe con certeza si ello ocurrió así, pero la verdad es que Carlos IV ordenó en 1358 edificar un pabellón de caza, y fundó una ciudad a la que dio su nombre, Karlovy Vary o "Hervidero de Carlos".