Lo más importante es revisar y repasar todos aquellos aspectos y materiales que vamos a emplear y a utilizar en la inmersión buscando siempre un mismo objetivo; la seguridad. Es imprescindible informase sobre el tiempo que hará en el lugar elegido para la inmersión y se debe revisar el horario de las mareas dos ves. El estado físico en el que nos encontremos es fundamental. No debemos practicar el buceo si no nos encontramos del todo bien. Enfermedades de tipo pulmonar o circulatorio pueden aumentar el riesgo de sufrir de enfermedad de descompresión. En lo que a la forma física se refiere, es importante anotar que, si nos encontramos en forma, el riesgo de sufrir algún percance durante el buceo es menor. Unos pulmones sanos y un buen sistema circulatorio hacen que se consuma menos aire y por ello es posible disfrutar de más tiempo de inmersión y también se reduce la concentración de dióxido de carbono por lo que se pueden evitar ataques de pánico producidos por el exceso de este gas en sangre. El equipo requiere también tener cierta fortaleza para poder con el peso del mismo y poder realizar tareas alternativas.

Al bucear en los tejidos del cuerpo se crea nitrógeno en cada toma de aire y la grasa retiene nitrógeno, por ello es importante no tener un exceso de peso. El peso corporal también influye en la flotación por tanto si se ha producido una variación de peso desde la última vez que se llevó a cabo una inmersión es importante revisar el lastre.