El carácter desértico del territorio libio condiciona su escasísima flora y fauna, que se reduce a la zona costera y a algunos oasis, como los de Fezzán, Giofra y Kutra -los, mayores del Sahara, ricos en cultivos de dátiles y aceitunas. En los desiertos abundan los cactus, matorrales, arbustos y otras plantas bulbosas perennes. En cuanto a los animales, el dromedario, con su joroba, largas y delgadas patas, cuello curvado y cabeza con grandes labios colgantes, se pasea por las arenas de los desiertos apoyándose sobre las almohadillas elásticas que cubren sus dedos. Una capa de lana envuelve su cuerpo a modo de cámara de aire, cosa que le permite aislarse de las fuertes temperaturas desérticas. La grasa que almacena en su joroba hace que pueda pasarse hasta diez días sin comer o beber, por lo que es posible ver su joroba colgando después de haber realizado un largo viaje.