Menorca es excepcionalmente rica en restos prehistóricos, hasta el punto de ser descrita en muchas ocasiones como un auténtico museo al aire libre. La isla tiene unos 1.600 yacimientos megalíticos, entre los que destacan los de Torrellafuda, Torretrencada, Talati de Dalt o Cala Morell. El viajero, a la hora de desplazarse por la isla, se cruzará por el camino con algunos de estos espectaculares restos.
Casi todos los yacimientos son obra del pueblo talaiótico, que vivió entre el 2000 y el 1000 a.C. Existen cientos de estos poblados y estructuras de la Edad de Bronce dispersados por Menorca. Abiertos al público y de visita gratuita, es un auténtico delito marcharse de la isla sin haber realizado un viaje a la Prehistoria.
Ante nuestros ojos, nos vamos a encontrar taulas, talaiots y navetas. Las primeras son dos losas colocadas una sobre otra en forma de T y puede que se utilizaran como altares de sacrificios.
Los talaiots son construcciones cuadradas o circulares usadas en la antigüedad como viviendas.
Las navetas, con forma de embarcación invertida, parece ser que servían como hogar y mausoleo.
Sin embargo, no sólo hay legados prehistóricos en Menorca. La historia continúa por sus playas, campos y calles a través de los restos fenicios Sa Nitja, romanso Santa Agueda, árabes, paleocristianos Son Bou, medievales catedral de Ciutadella, palacios... En el ámbito marítimo, una de las costumbres más arraigadas en la isla es la tradicional vuelta a Menorca en ‘llaüt’, una barca de autóctona que tanto sirve para el recreo como la pesca. Si no se dispone de embarcación propia existe la posibilidad de alquilar una, incluso con los servicios de un patrón a bordo. El precio de arrendamiento varía según la época del año elegida. En verano, obviamente, es más caro.