Los primeros datos de un asentamiento humano en la zona datan del tercer milenio a. C. Se sabe que en esta época la Cueva de las Arañas del Carabassí, situada en un barranco de la Sierra de Santa Pola, estuvo habitada. En el siglo V. a. C. se fundó un núcleo urbano fortificado cuya población se dedicaba al comercio por mar. Los romanos llegaron a estas tierras en el siglo I d. C y convirtieron el lugar en uno de los puertos comerciales más importantes de la zona. De la época del Portus Illicitanus se conservan numerosos restos arqueológicos, como una fábrica de salazón de pescado y restos de edificios. Entre ellos hay que destacar la Casa Romana del Palmeral, en la que se pueden admirar pinturas murales y hermosos mosaicoos del siglo IV d. C. Después de la caída del Imperio Romano la zona fue practicamente abandonada, debido a las incursiones de los piratas y corsarios que se asentaron en la vecina isla de Tabarca. De esta época datan las Torres Vigía y el Castillo de Santa Pola, que fueron construidos para defenderse de los piratas. El núcleo urbano se organizó alrededor del Castillo a partir del siglo XVIII y su población se dedicaba a la pesca. En el siglo XIX se crearon barracas en la playa de Santa Pola y se instaló un Centro social conocido como el Baño de las Sirenas. Esto provocó un desarrollo de la actividad turística que todavía hoy sigue en aumento. En la actualidad es un centro vacacional que cuenta con una de las flotas pesqueras más importantes del Mediterráneo.