La base de la cocina andaluza se sustenta sobre cuatro productos: el aceite de oliva, el vino, los productos del cerdo, y los pescados de sus costas. Cada ciudad o pueblo de Andalucía posee sus propias especialidades locales, que hacen que la gastronomía andaluza sea variada y atractiva. Sin embargo, en lo que sí coinciden las mesas andaluzas es en la utilización de las especias para aderezar los guisos y conservar los alimentos. Las más populares son: la pimienta, el comino, el cilantro y la canela. El aceite de oliva es la joya más preciada del tesoro gastronómico mediterráneo y el principal ingrediente de su saludable cocina. Las tierras andaluzas están sembradas de olivos que producen excelentes tipos de aceite: aceite con frutos macerados, aceite aromatizado con hierbas, aceite de oliva virgen, refinado y de orujo de oliva, entre otros. Las frituras de pescados como los boquerones, dorada, lenguados, salmonetes, o puntillas son obras de arte en manos de los cocineros del litoral. En Huelva, por ejemplo, el plato estrella es el choco, preparado de diversas maneras. La cocina de Almería también tiene sabor marinero, aunque uno de sus platos más característicos es la “olla de trigo” una variante del cocido. En toda la comunidad andaluza se toma el gazpacho. Cada provincia lo elabora de diferente manera (salmorejo, ajo blanco), mezclando distintos ingredientes que como resultado final da un plato frío de excelente sabor. En Málaga se pueden degustar hasta tres versiones diferentes: el “ajo blanco con uvas”, “la porra antequerana” y el “gazpacho tostado”. La variedad almeriense de este plato es la deliciosa “torta de gachas”, elaborada con tocino, liebre, chorizo y jamón. La chacina es un producto habitual en la cocina de todas las provincias andaluzas. Cuentan con fama mundial los jamones de la Sierra de Aracena, concretamente los de Jabugo, Cumbres Mayores y Cortegana. También el jamón de Trévelez, en Las Alpujarras, goza de un merecido reconocimiento desde el siglo XVIII. La morcilla de Ronda es otro delicioso producto del cerdo, siempre presente en la cocina regional. Se elabora con sangre y manteca de cerdo, y está condimentada con orégano, pimentón, clavo, comino y cilantro.
Algunos de los más exquisitos platos de la gastronomía andaluza pertenecen al apartado de repostería. La elaboración de muchos de los dulces típicos andaluces se realiza según antiguas recetas de influencia árabe y judía. Entre ellos hay que destacar: los afamados “hojaldres de cabello de ángel” (Jaén), “los huesos de chocolate” (Granada), el alfajor (Cádiz y Almería), “las yemas del tajo” (Ronda), “las merengas de café” y los roscos de vino (Córdoba), entre otros.
Cuando se habla del vino andaluz, hay un lugar que enseguida viene a la mente: Jerez. En esta ciudad gaditana se encuentran la mayoría de las bodegas de la región (Osborne, Domecq, Terry), y sus vinos son los más populares de la zona. Sin embargo, se elaboran otros buenos vinos en la Comunidad Andaluza, como por ejemplo, los amparados en la Denominación de Origen Montilla-Moriles (Córdoba) o los vinos dulces, entre los que destaca el famoso Pedro Ximénez (Málaga). Estos caldos acompañan en la mesa a los platos más típicos de cada región: estofado de rabo de toro (Córdoba), habas con jamón (Granada), jamón de Jabugo (Huelva), “ajilimoje” (Jaén), “porra antequerana” (Málaga), la “olla cortijera” (Sevilla).