A sólo 365 kilómetros de El Cairo, Bahariya es el oasis más accesible del desierto occidental de Egipto. Durante la época faraónica, el oasis fue un centro de agricultura; su situación estratégica en las rutas de caravanas Libia-Valle del Nilo aseguró su prosperidad en épocas posteriores. En los últimos años, los hallazgos arqueológicos y el fácil acceso desde El Cairo a las bellezas y secretos del desierto occidental de Egipto han hecho que el oasis de Bahariya ocupe un lugar destacado en el mapa turístico.

La Ghurd al-Ghurabi (literalmente "Duna de Arena del Cuervo") es una extensión del sistema de dunas de Abu Muharrik (también conocido como "Pequeño Mar de Arena"), que alberga una de las dunas errantes más largas del mundo.

Duna de arena de Al-Ghurabi, cerca del oasis de Bahariya, en el desierto occidental de Egipto

Desierto Negro A unos 50 kilómetros al sur del oasis de Bahariya, el desierto empieza a parecer sucio: es el Desierto Negro (conocido localmente como Sahra al-Suda), con sus docenas y docenas de pequeñas colinas negras de origen volcánico.

El Desierto Negro cerca del Oasis de BahariyaLas pequeñas colinas negras del Desierto Negro

La Montaña de Cristal, conocida localmente como Gebel al-Izzaz, es un enorme trozo de cristal de cuarzo brillante.

 El Gebel al-Ingleez, un Top Choice de Lonely Planet también conocido como la Montaña Inglesa o la Montaña Negra, toma su nombre de un puesto de vigía de la Primera Guerra Mundial, desde el que el capitán Williams -un oficial británico- controlaba los movimientos de los merodeadores de la tribu senussi procedentes de Libia. Aunque aún se conservan los modestos restos del puesto de vigilancia, la verdadera razón para subir hasta aquí son las vistas panorámicas del oasis y el desierto.

Gebel al-Dist o Montaña Pirámide es un punto de referencia local con una icónica forma piramidal.

Qarat Qasr Salim, una de las mejores opciones de Lonely Planet, alberga las tumbas excavadas en la roca de Zed-Amun-ef-ankh y Banentiu. Estas tumbas, profusamente decoradas, no según los cánones faraónicos, sino nobiliarios, pertenecen a un padre y a un hijo de una familia adinerada de la época de la Dinastía XXVI (664 a.C.-525 a.C.).